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Gestionar la inflación: las claves para proteger la rentabilidad y competitividad en las empresas
5 de mayo de 2024
La inflación puede convertirse en un verdadero problema para las empresas. Y es que este fenómeno tiene una gran capacidad para dañar la cuenta de resultados al final de cada ejercicio.
En un escenario tan cambiante como el actual en el que los precios se encuentran en una escalada constante, es crucial ponerse manos a la obra para proteger la rentabilidad y la competitividad de las compañías.
Efectos negativos de la inflación
El aumento de los precios es uno de los escenarios más preocupantes para cualquier negocio. Los costes de producción se incrementan y con ello las empresas tienen que vender a un precio superior.
No obstante, en cuanto la situación comienza a generalizarse, algo muy común y que estamos viendo en estos momentos, el poder adquisitivo de los consumidores se ve mermado.
Es decir, con una misma cantidad de dinero, su capacidad para adquirir productos o servicios es más baja. Algo que se potencia con escenarios en los que el euríbor también crece.
Ahora mismo se dan las dos situaciones, ya que como explicaba María Matos, Directora de Estudios de Fotocasa, en un artículo para EL PAÍS titulado La escalada del euríbor aprieta cada vez más a las familias: la hipoteca media sube 200 euros en octubre y escrito por José Luis Aranda: “La subida de tipos busca bajar la inflación, que a su vez hace que los ciudadanos pierdan poder adquisitivo”.
Y es que la subida de las hipotecas, en algunos casos, ha llegado hasta el 40 %, algo inasumible para muchos propietarios.
Medidas para proteger las cuentas empresariales
Las grandes compañías y las pymes deben enfrentarse por igual a los desafíos que supone un panorama inflacionista. Eso sí, las primeras cuentan con más mecanismos para hacer frente a esta situación.
A continuación, vamos a hacer un repaso a algunas de las estrategias más útiles para garantizar el futuro de un negocio en un escenario como el actual.
Control de los costes
Es muy probable que en un periodo de inflación como este los precios suban cada semana en algunos sectores. Eso obliga a llevar una monitorización constante de los precios fijados por los proveedores, ya que de lo contrario es posible que los márgenes de beneficio se vean afectados.
Además, este puede ser el momento ideal para buscar otras empresas que ofrezcan costos más competitivos. En caso de que esto sea imposible, una buena idea es firmar contratos a largo plazo con los actuales. Esto proporciona una garantía de ventas futuras y, por tanto, puede facilitar una pequeña reducción de los precios.
En empresas con gran capacidad de liquidez, otra alternativa consiste en adquirir por adelantado materias primas para varios meses. Esto, por un lado, evita el sobrecoste futuro. Por otra parte, permitirá que la empresa gane competitividad en el mercado, ya que tendrá una clara situación de ventaja respecto a otros rivales que no hayan tenido esa capacidad.
Otro de los costes más representativos en estos escenarios es el de los propios trabajadores. La masa salarial puede convertirse en un lastre cuando las ventas se reducen o el futuro no arroja perspectivas positivas sobre la economía.
No obstante, tal y como informamos en EL PAÍS en un artículo escrito por Gorka R. Pérez con el título Trabajo baraja prohibir el despido objetivo motivado por la inflación, este tipo de medidas no son bien vistas por las Administraciones. De hecho, Yolanda Díaz, Ministra de Trabajo, explicaba en el Congreso que: “no es momento de despedir, y no es momento de bajar salarios”.
Fijación de precios
El precio de venta al público es una de las claves para garantizar que una empresa no está viéndose perjudicada por la inflación. Este es uno de los aspectos que más preocupan a las compañías y se debe, principalmente, a la dificultad que supone, en muchos casos, repercutir el incremento de costes a los clientes. Es una decisión controvertida, pero de ella va a depender que la economía del negocio no se vea perjudicada.
Por tanto, una vez se conocen los costes fijos y los variables que deberán asumirse, es hora de fijar un precio que permita respetar un margen de beneficio viable. Para ello, una buena opción puede consistir en observar a la competencia. Incrementar el precio de venta por encima del de otros rivales puede ser algo peligroso, sobre todo en momentos en los que cada euro cuenta para el consumidor.
En este sentido, algo que debe evitarse a toda costa es el hecho de aliarse con otros rivales para fijar precios comunes. Esta estrategia está seriamente castigada por la legislación, y posiblemente, como ya adelantamos en CincoDías en El Gobierno busca elevar las multas a empresas por cártel hasta los 50 millones o el 10% de las ventas mundiales, el coste de dicha práctica se incrementará en los próximos meses.
El propio Gobierno tuvo que desechar una idea que estuvo planteándose durante un tiempo, ya que podía llegar a forzar el cierre de negocios por no poder cumplir con las obligaciones que se pretendían imponer. Manuel Alejandro Hidalgo lo explicó en su artículo de CincoDías titulado ¿Controlar precios? Mejor pensarlo antes.
En este texto Daniel Fuentes explicaba a la perfección el peligro de este tipo de medidas: “ Si ante esta situación impedimos por ley que los precios se ajusten … como la evidencia nos cuenta machaconamente, un límite máximo de precios reduciría la oferta, ya que las empresas menos eficientes entrarían en pérdidas y cerrarían o no producirían ese producto”.
Optimización de procesos de producción
La eficiencia operativa es una de las metas que debe tener cualquier negocio. Pero en este tipo de situaciones cobra todavía una mayor relevancia. Y es que en estos momentos cualquier ventaja que pueda lograrse respecto a la competencia puede suponer la diferencia entre el éxito o la desaparición.
Una de las mejores maneras de conseguir esto es centrarse en las áreas estratégicas de cada compañía. De esa forma, aquello que no resulta fundamental puede subcontratarse o delegarse en herramientas que se hagan cargo de ello sin destinar demasiados recursos. En este sentido, la inteligencia artificial parece estar haciéndose un hueco difícil de sustituir.
Los algoritmos de IA son capaces de gestionar multitud de procesos de forma autónoma y sin necesidad de supervisión. Esto es algo que todavía parece costar a las empresas. De hecho, como avanzamos en CincoDías en un artículo escrito por Nvindi y titulado El 27% de las empresas españolas confían en la IA para las finanzas: “apenas un 29% de las empresas cree que la IA puede liberar al equipo financiero de tareas administrativas redundantes, permitiendo así una mayor concentración en iniciativas estratégicas. Este bajo porcentaje evidencia una oportunidad perdida, dado que la IA tiene el potencial de optimizar procesos, reducir errores y facilitar análisis más profundos y rápidos”.
Otra alternativa, sobre todo para el sector industrial y logístico, es emplear la robótica. Miriam Calavia Rogel escribió sobre este tema en CincoDías en Robótica avanzada para maximizar la productividad y minimizar errores. Ignacio López, miembro de Paack habló con ella y explicó todo lo que querían lograr con la implantación de esta tecnología: “Nuestro objetivo era alcanzar la máxima eficiencia operativa a través de una plataforma tecnológica que se adaptara a nuestras necesidades logísticas. Buscábamos una solución de automatización flexible que aumentara la productividad y eliminara los errores de clasificación”.
Diversificación en nuevos mercados
La dependencia de un solo mercado para generar los ingresos empresariales puede ser un lastre en este tipo de situaciones. Por ello, lo mejor es buscar nuevos horizontes que permitan ampliar la capacidad productiva de la empresa. Carlos Dalmau, Director de Internacional del Banco Sabadell, ya hablaba sobre el incremento de las exportaciones en un artículo escrito hace un año por Jaime Rodríguez en EL PAÍS y titulado Vender en el extranjero sin riesgo. “Las empresas españolas internacionalizadas han hecho un trabajo de estrategia y de apuesta por la salida al exterior muy serio”.
De hecho, la cifra es de más de 389 000 millones de euros. No obstante, las pymes todavía tienen una asignatura pendiente en este sentido. Alfonso Jesús Torres explicaba en este mismo texto que: “las más pequeñas deben determinar sus objetivos de exportación, los mercados de destino, las ventajas competitivas y las estrategias para entrar y expandirse en los mercados extranjeros”.
Esta estrategia no es nueva. Ilargi Izar de la Fuente publicaba en EL PAÍS hace más de diez años Diversificar los mercados y el producto de las empresas, claves para salir de la crisis. En él hablaba sobre un estudio de competitividad de Orkestra que explicaba claramente que:“no basta con resistir la crisis, hay que diversificar tanto en mercados como en productos”.
El efecto de este tipo de prácticas es todavía más beneficioso cuando se entra en mercados más saneados que el doméstico. Por ejemplo, en Estados Unidos. Como explicó Albert Guivernau Molina en CincoDías en La crisis de la inflación: un ictus con secuelas estructurales, “La mucha mayor agilidad de la Fed subiendo tipos hace prever que la recuperación de EE UU será más completa que la de la zona euro”.
Todas estas medidas que hemos propuesto pueden convertirse en el salvavidas de un negocio. Como CEO, estar al día de todo lo que acontece en tu sector puede marcar la diferencia y para ello ponemos a tu disposición EL PAÍS Profesional, una suscripción que te permitirá conocer de primera mano la actualidad económica, así como consejos y medidas para que te anticipes a este tipo de situaciones.
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